Juan Arias 22/12/2009
Los dos grandes contendientes al trono presidencial brasileño el año próximo -fuera sorpresas de última hora-, el gobernador de São Paulo, José Serra, y la ministra Dilma Rousseff, son dos políticos de izquierdas, aunque diferentes. ¿Qué les une y qué les separa?
Serra es un socialdemócrata, considerado de la izquierda social, más a la derecha de Lula. Rousseff proviene de la izquierda radical revolucionaria, ya fue guerrillera en su juventud, y está más a la izquierda de Lula.
Ambos poseen un pasado de lucha contra la dictadura militar, aunque el grupo de Rousseff luchaba para imponer la dictadura del proletariado. Serra, tras haber luchado en el movimiento estudiantil de cuño cristiano, prefirió el exilio, donde permaneció 15 años. Rousseff luchó en los grupos de la clandestinidad y fue encarcelada y torturada.
Éticamente, ambos son ajenos a escándalos graves de corrupción y nunca fueron procesados. Están considerados dos políticos íntegros. Humanamente, ninguno de los dos posee, ni de lejos, el carisma de Lula. Serra es más duro externa que internamente, en la calle que con sus íntimos, que lo consideran hasta simpático. Rousseff es más sonriente ante el público que en privado. Tiene fama de dura y exigente y suele decir que a los políticos varones les falta eso: pulso.
Serra tiene mayor experiencia de gobierno. Fue dos veces ministro con gran índice de aceptación. También fue alcalde de São Paulo y es actualmente gobernador de dicho Estado, el mayor del país, que aporta el 25% del producto interior bruto (PIB) nacional.
Rousseff nunca ha disputado unas elecciones ni ha tenido cargos fuera del Gobierno de Lula. Tiene como ventaja el ser considerada por el presidente la madre del PAC, el millonario Plan de Aceleración Económica, cuya gestión está en sus manos.
Serra es más cercano en materia de defensa del medioambiente a la ecologista Marina Silva del Partido Verde (PV), que dejó ministerio de Medio Ambiente por incompatibilidad con Rousseff. Por su parte, la candidata de Lula suele afirmar que a veces un afán excesivo por defender la ecología acaba paralizando importantes obras de infraestructuras. Ella es más bien favorable al desarrollo económico.
El Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB) tenía dos candidatos: Serra y Aecio Neves, gobernador de Minas Gerais, un Estado clave con 14 millones de electores. Neves acaba de tirar la toalla ante los sondeos, que siguen dando a Serra un 40% de los votos y a él apenas un 20%. De esta forma, Serra se ha convertido así en el único candidato creíble de la oposición.
Lula escogió a su ministra de la Casa Civil como candidata porque considera que ha llegado la hora de que por primera vez una mujer gobierne el país. El mandatario tenía, antes de Rousseff, dos candidatos para su sucesión: José Dirceu, ex ministro de la Casa Civil, que fue quién preparó con gran habilidad la transformación de Lula de sindicalista duro a candidato amable de todos los brasileños, aceptado por empresarios y banqueros. Dirceu acabó fuera del Parlamento y del Gobierno arrastrado por un escándalo de corrupción. El otro candidato, que también tuvo que abandonar el Gobierno acusado de presunta corrupción y que acaba de ser inocentada por el Supremo, era Antonio Palocci, el poderoso ministro de Economía, artífice de la estabilidad económica del Gobierno Lula.
Lula escogió también a la candidata menos petista: Rousseff llego tarde al Partido de los Trabajadores (PT) y nunca tuvo cargos ni influencia en la formación. Por su parte, Lula se apartó bastante de su partido tras adquirir luz propia y poder suficiente para caminar por sus propios pasos. Lula es, por ejemplo, más liberal en materia económica que la mayoría de los suyos, aunque socialmente continuó en la línea abierta de su partido.
Los analistas políticos prevén un duelo interesante y duro entre Serra -que ya había disputado las presidenciales con Lula en 2002 y llevó al sindicalista al segundo turno- y Rousseff, la estrella de Lula.
Serra cuenta con un consenso nacional muy fuerte. Los sondeos de ayer de Datafolha lo presentaban como ganador en un segundo turno con Rousseff. Ella, sin embargo, va a tener la ayuda incomparable del apoyo total de Lula, que le hará la campaña electoral. Rousseff ha reconocido que, si gana, el suyo sería el tercer mandato de Lula, mandato que él no pudo disputar por ser inconstitucional.
Serra es el candidato de los que, después de ocho años de Gobierno de Lula y del PT, creen que ha llegado la hora de un recambio en el poder, aunque sea dentro del campo de la izquierda. No es un anti-Lula. Ambos son amigos personales. Por su parte, Rousseff es la candidata ideal de los que hubiesen preferido que Lula continuara en el mando.