El presidente Obama salió enérgico de la reunión que el martes pasado mantuvo con su secretaria de Estado Hillary Clinton, el jefe del Pentágono Robert Gates y una decena de altos funcionarios de los organismos de inteligencia estadounidenses. “La seguridad del país falló de forma potencialmente desastrosa”, espetó, y culpó a los servicios de espionaje de no haber realizado un análisis correcto de datos en su poder que hubiera impedido al nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab abordar un avión con una bomba guardadita en sus pantalones. Pero quién sabe si la cuestión radica en tales falencias o habita en otro lugar.
Datos había, sí. Por empezar, el servicio secreto británico tenía al fallido terrorista bajo vigilancia desde que era estudiante de University College London en razón de su “involucramiento político con redes extremistas” (www.guardian.co.uk, 3-1-10). Según el Sunday Times, el M15 no compartió la información con sus pares norteamericanos (www.timeesonline.co.uk, 3-1-10). Difícil y aun improbable, pero sirve para alimentar el argumento oficial acerca de los defectos presuntos o reales del FBI y demás instituciones cofrades. Que, de paso, justifica las nuevas medidas de revisión impuestas a quienes viajan a y desde EE.UU.
La afirmación del muy británico Times es a todas luces espuria: la inteligencia estadounidense tenía elementos suficientes sobre el atentado en preparación. A principios de agosto de 2009 la CIA contaba ya con información sobre “una persona apodada ‘El Nigeriano’ sospechosa de reunirse con elementos terroristas en Yemen” (www.cbs.news.com, 29-12-09). Hubo más.
El Dr. Alhaji Umaru Mutallab, ex ministro de Desarrollo Económico de Nigeria, banquero y uno de los hombres más ricos de Africa, pero sobre todo padre del novato terrorista, se reunió en la sede de la embajada norteamericana en Abuja con agentes de la CIA, el FBI y funcionarios del Departamento de Estado para mostrarles los mensajes de texto del celular de su hijo. “Es una amenaza para la seguridad” de EE.UU., aseveró (www.nytimes.com, 31-12-09). Este encuentro tuvo lugar el 18 de noviembre, cinco semanas antes de la Navidad que Abdulmutallab intentó manchar de sangre. Pero lo importante es que a esta reunión de inmediato siguió otra entre servicios. Aparentemente, no tomaron en serio la denuncia paternal.
Aparentemente. El caso tiene similitudes notables con lo ocurrido el 11/9: el FBI estaba perfectamente enterado de que Mohamed Atta y otros perpetradores del brutal atentado contra las Torres Gemelas seguían cursos de aviación en el territorio mismo de EE.UU. ¿También en esta ocasión fallaron los servicios de inteligencia o esa información se bloqueó en alguna parte? Diversas investigaciones indican que el gobierno W. Bush sabía de los preparativos del ataque y lo dejó venir. Sus fines fueron claros: la invasión y ocupación de Irak. Es que el terrorismo islamista “no se puede entender sin tomar en cuenta la medida en que sus redes son utilizadas por los servicios de inteligencia militar de Occidente para controlar los recursos energéticos estratégicos y contrarrestar a sus rivales geopolíticos” (www.newint-org, octubre 2009).
Llegó el turno de Yemen, por lo visto. Joe Lieberman, presidente de la Comisión de Seguridad Interior del Senado de EE.UU., lo anunció rápido y sin ambages: “Irak es la guerra de ayer, Afganistán la de hoy y Yemen la de mañana si no se lleva a cabo una acción preventiva” (www.foxnews.co, 227-12-09). El vocero demócrata de los “halcones-gallina” de Washington es un sofista: finalmente, las “acciones preventivas” son nomás la guerra.
En el mundo hay siete puntos de control estratégico del tráfico naviero de petróleo, y el estrecho de Bab el Mandeb que separa a la Península Arábiga de Africa, y a Yemen de Eritrea y Djibuti, es uno de ellos. El cierre de este estrecho “podría impedir que los buques tanques procedentes del Golfo Pérsico llegaran al oleoducto de Suez/Sumed”, alertó el Departamento de Energía estadounidense (www.eia.doe.gov, enero 2008). Unos 3,3 millones de barriles de petróleo pasaban cada día del año 2006 por Bab el Mandeb con destino a Europa, EE.UU. y Asia. La militarización de las aguas del estrecho sumaría otro eslabón a la estrategia de dominación del comercio mundial de oro negro.
El acto de El Nigeriano prologa una intensificación de la intervención militar de la Casa Blanca en la región. Obama no tuvo empacho en declararlo: “Hemos establecido una misión clara y factible: interrumpir, desmantelar y derrotar a Al Qaida y a sus aliados extremistas (...) y por eso forjamos nuevos entendimientos, como en Yemen, y ejercemos una severa presión sobre estos extremistas allí donde complotan y se entrenan, de Asia del Este al Sudeste asiático, de Europa al Golfo Pérsico” (The Wall Street Journal, 2-1-10). La “guerra antiterrorista” da para todo.