Como titular del Ministerio de Defensa brasileño, Nelson Jobim (Santa Maria, 1946) dirige el Ejército más poderoso de América Latina. Su país desembolsó 15.500 millones de dólares (10.500 millones de euros) en gasto militar, un 5% más que en 2007.
Pregunta. ¿Existe una carrera armamentista en la región?
Respuesta. No, lo que hay es una recuperación del tiempo perdido. El único conflicto en Suramérica es el de Colombia con las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia]. El resto responde a una necesidad de defender los recursos de cada país. Tener hoy una buena defensa es tener la capacidad de decir que no cuando tienes la necesidad de decir que no.
P. ¿De qué se necesita defender Brasil?
R. Brasil no tiene ningún lío. No tiene enemigos. Pero tenemos que tener la capacidad de defender todas nuestras infraestructuras sensibles, todas nuestras necesidades. También el Amazonas. Hay una percepción internacional muy falsa. Brasil va a cuidar el Amazonas para Brasil y para todo el mundo, pero lo va a cuidar Brasil. Eso es un asunto nuestro, no del mundo.
P. ¿Para qué necesita Brasil un submarino nuclear?
R. Se trata de un submarino de propulsión nuclear, no de ataque. La plataforma continental brasileña abarca 4,5 millones de kilómetros cuadrados. Hay necesidad de resguardar estos recursos. Por eso necesitamos el submarino de propulsión nuclear.
P. Mientras su país negocia con Francia, Venezuela coquetea con Irán. ¿Qué riesgo hay de que se produzca una nuclearización de la región?
R. Ninguno. Nosotros dominamos la tecnología del enriquecimiento de uranio desde hace mucho tiempo. El uso de Brasil es para fines pacíficos. Debemos ser uno de los pocos países que tienen en la Constitución una norma que prohíbe tener armas nucleares. Queremos el desarrollo nuclear para tres finalidades: primero, la energía. Para fomentar la energía eléctrica es necesario tener una energía nuclear suplementaria. Tenemos dos resinas nucleares; vamos a construir una tercera y la intención es tener seis. La segunda cuestión es la propulsión nuclear, que es el caso del submarino. El acuerdo con los franceses tiene que ver exclusivamente con la parte no nuclear del submarino. El reactor y el combustible son brasileños. La tercera cuestión es para el desarrollo de los fármacos.
P. ¿Van a tratar asuntos de cooperación nuclear con Irán en la próxima visita de su presidente, Mahmud Ahmadineyad, a Brasil a finales de noviembre?
R. Si el presidente Ahmadineyad trata con el presidente brasileño Lula temas nucleares será con fines pacíficos, no militares. No hay posibilidad alguna de tener cualquier tipo de desarrollo, pesquisa o estudio en el sentido militar. Para armas nucleares, no. Imposible.
P. ¿Les preocupa un eventual plan venezolano para desarrollar armas nucleares?
R. No, no creo que Venezuela vaya a desarrollar ningún tipo de arma nuclear. América del Sur es una región de paz, que tiene sus conflictos políticos, pero no es como Europa u Oriente Medio, donde hay una tradición de guerras.
P. ¿Qué opina del ingente gasto militar de Venezuela?
R. Eso es un asunto suyo. Nosotros no podemos decirles qué tienen que hacer. Venezuela tiene que decidir su propio camino. El presidente Chávez tiene la legitimidad democrática, porque fue electo para eso, para tomar decisiones. Yo no creo que la posición de Chávez sea la de atacar o agredir a alguien. Mire, el presidente Chávez vio una necesidad de mejorar su fuerza aérea. En un momento dado, estuvo dispuesto a comprar a Brasil el Super Tucano, el mejor avión de combate, muy preciso, un instrumento muy importante de disuasión. Pero algunas partes para su fabricación son importadas de Estados Unidos. Y Estados Unidos prohibió que se vendiesen a Venezuela. ¿Qué hizo entonces? Comprárselo a los rusos. Si Venezuela compró a Rusia es porque hay un veto del viejo Gobierno de Bush. A Brasil no le incomoda la compra de armamento de Venezuela. Las relaciones de Chávez con Brasil son muy buenas. Hay cuestiones como el Alba [Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América], la cuestión bolivariana, de la que no participamos, pero eso es un derecho de ellos.
P. En cuestión de un año, EE UU ha reinstaurado la IV Flota; también está el asunto de las bases en Colombia. ¿Qué implica esa presencia militar?
R. Primero estuvieron en Manta (Ecuador). Ahora, en Colombia, para apoyo logístico en la lucha contra el narcotráfico y las FARC. Para nosotros no hay ningún problema. Aún así, si ellos deciden instaurar una flota es un asunto suyo. Es como si Brasil decide incrementar sustancialmente su presencia militar en el Amazonas; es una cuestión brasileña, yo no tendría que preguntarles. La gestión de Estados Unidos con Suramérica pasa por un problema: su tratamiento del pueblo cubano. Toda su política de embargo hacia la isla generó tres cosas: un país muy pobre, un pueblo muy orgulloso y la gran desconfianza de América del Sur. La visión que se tiene de EE UU en Suramérica está condicionada por Cuba.
P. Tras el repunte de la violencia, ¿piensan enviar militares a las favelas de Río de Janeiro?
R. No, no es el momento. No es algo que haya que descartar, pero la policía tiene la posibilidad de controlarlo. Si el gobernador tuviese necesidad en algún momento, el ejército podrá participar. Las Fuerzas Armadas, según la Constitución, tienen tres funciones. Una, la normal, garantizar los poderes constitucionales. Otra, que es garantizar el orden interno. Y tiene también una función subsidiaria, como puede ser garantizar las elecciones. Pero en este momento no hay necesidad. La caída del helicóptero es un caso aislado. A partir de ahora vamos a tener noticias de este tipo todo el tiempo, principalmente de aquellos que no querían que Río de Janeiro fuese la sede de los Juegos Olímpicos. Pero hay una seguridad absoluta.