FERNANDO GUALDONI - Madrid - 25/11/2009
El debate de ayer en el hotel Ritz de Madrid sobre el futuro de las relaciones entre la UE y Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay relojes baratos ) mostró que las diferencias que han hecho imposible un acuerdo de libre comercio en los últimos 10 años persisten, para qué engañarse. Sin embargo, también quedó algo muy claro para ambos bandos: o se cierra un acuerdo de mínimos en el semestre de la presidencia española de la UE, que arranca en enero, o mejor olvidarse.
Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado para Iberoamérica, dijo que ni "el maniqueísmo ni la simplificación son buenos compañeros de viaje" en esta negociación. España quiere escenificar el impulso al acuerdo de libre comercio UE-Mercosur en la cumbre iberoamericana que arranca el lunes en Estoril y aspira a tener un borrador para la reunión UE-América Latina de mayo próximo en Madrid. Para lograr este calendario, la Comisión quiere celebrar las primeras reuniones técnicas a finales de diciembre, una vez que Argentina -considerado por Europa el país más proteccionista de los cuatro-, asuma la presidencia temporal del bloque comercial suramericano. Bruselas cree que Buenos Aires, obligado por su posición de liderazgo, allanará el camino de la negociación.
¿Por qué ahora hay esperanzas de resucitar un proyecto estancado durante 10 años? El ministro de Exteriores uruguayo y pro tempore de Mercosur, Pedro Vaz, dio la clave: la Ronda de Doha para la liberalización del comercio mundial está herida de muerte. Ocho años de negociaciones están en punto muerto y los países, solos o en bloque, han comenzado a buscar alternativas para aumentar el comercio, porque es un movimiento básico para paliar los efectos de la crisis económica. "Los gobiernos de ambos lados deben liderar la negociación, poner la voluntad política necesaria y establecer un plazo", enfatizó Vaz.
Europa está de acuerdo en que hay que reanudar la negociación lo antes posible. Ángel Carro, director para América Latina de la Comisión Europea, reconoció que la oportunidad es inmejorable. España al frente de la UE, Argentina de Mercosur, ambas regiones necesitadas de nuevos mercados y bien pertrechadas para remontar la crisis. Europa, además, está perdiendo competitividad en la región ante potencias emergentes como China. "Estos países doblan el crecimiento de las ventas europeas en la región", reconoció la delegación europea.
La UE quiere "un acuerdo ambicioso", en palabras de Carro. No aceptará desmantelar su sistema de ayudas a la agricultura (la principal exigencia de Mercosur) a cambio de algunas concesiones de los suramericanos. "Eso le puede valer a España", comentaba un negociador europeo, "pero no a Alemania o Francia". Bruselas quiere, sobre todo, un mayor acceso de sus productos industriales y servicios a Mercosur, una mayor protección de la propiedad intelectual y la posibilidad de participar en pie de igualdad en los contratos y licitaciones públicas. Carro sostuvo que la UE no aspira a un acuerdo con Mercosur menor al que ha alcanzado con otros bloques en África o Centroamérica.
Con la mirada fija en el representante de la UE, el brasileño Pedro Miguel da Costa, miembro de la delegación brasileña en muchas negociaciones en la Organización Mundial de Comercio (OMC), dijo que "había que reconocer el valor de las ofertas que ya están sobre la mesa [refiriéndose a lo negociado en la Ronda de Doha hasta ahora]". "Los acuerdos que sirvieron para otros no necesariamente sirven para Mercosur", añadió en tono de reproche.
El paraguayo Manuel María Cáceres, que pasó cinco años como embajador ante la Comisión Europea, está de acuerdo en que ahora, "una vez separada la negociación de Doha de la de Mercosur", hay esperanza. Sin embargo, insistió en que los avances en la apertura del sector agrícola son la clave. La UE sostiene que en el marco de Doha hizo una buena oferta en este tema y que está dispuesta a llevarla a la mesa de Mercosur si obtiene concesiones de mismo calado.